El jueves el tiempo había vuelto a cambiar, nos tocó un día de lluvia que afrontamos de la mejor manera posible. Llegamos a las pistas sin problemas y a las 10 empezamos nuestras clases. Tras 2 horas de práctica, bajo una lluvia que no cesaba, hicimos una pausa para secarnos un poco, comer y cargar las pilas para seguir esquiando. Sobre las 3 decidimos que ya era suficiente y nos volvimos al albergue (esta vez en autobús) para ducharnos, merendar y realizar el último de los talleres programados sobre huellas de animales. Por la noche, y para despedirnos por todo lo alto de nuestro "hogar", nos organizaron una fiesta que acabó con la poca energía que a los niños les quedaba. El viernes nos despertamos con un sol radiante que presagiaba una última jornada de esquí idónea, como así fue. Nos hicimos la "foto oficial" con todos los alumnos y profes y disfrutamos bajando pistas verdes, azules y algunos incluso rojas. Si el miércoles me sorprendía el progreso de los alumnos, este viernes mi sorpresa era mayúscula al ver la facilidad con la que esquiaban. Pero ya lo dicen, todo lo bueno se acaba, y sobre las 3 de la tarde nuestra semana se acabó, subimos al bus y pusimos rumbo a Fraga con una sonrisa en la cara y la sensación de haber disfrutado al máximo de esta semana en Panticosa.
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